2025-07-01 12:55:00
En un mundo cada vez más preocupado por el rendimiento académico, el desarrollo cognitivo y la competitividad educativa entre países, las evaluaciones estandarizadas como el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) se han convertido en referentes globales de comparación educativa. Sin embargo, mientras matemáticas, lectura y ciencias gozan de métricas consolidadas a nivel internacional, la educación física, la educación deportiva y el desarrollo corporal siguen siendo invisibilizados y subvalorados, pese a que los niveles de sedentarismo, obesidad infantil y enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), se disparan en escalas preocupantes. Ha llegado la hora de exigir una evaluación estandarizada global en educación física y deportiva, tan robusta y reconocida como el PISA, que permita medir, comparar y transformar la alfabetización física y la cultura del movimiento en todas las naciones. El futuro de la salud pública, la economía y el bienestar humano depende de ello.
Antecedentes: Una Asignatura sin Examen. Desde su lanzamiento en el año 2000, PISA ha logrado establecer parámetros claros que orientan políticas educativas internacionales. Países como Finlandia, Corea del Sur o Singapur han transformado sus sistemas educativos a partir de los resultados obtenidos, lo que ha demostrado que “lo que se mide, importa, y lo que importa, debe medirse”. Sin embargo, la educación física y deportiva ha permanecido al margen de este paradigma, relegada a una posición decorativa en muchos planes de estudio. La ausencia de una evaluación global estandarizada ha permitido que esta disciplina sea sistemáticamente descuidada, subfinanciada y tratada con indiferencia, como si el desarrollo físico y motriz fuera un lujo o una actividad extraescolar sin impacto en la formación integral del ser humano.
Justificación: Porque el Cuerpo También Piensa. La alfabetización física —entendida como la competencia, confianza y motivación para participar en actividades físicas a lo largo de la vida— no puede ser simplemente deseada o promovida mediante campañas; necesita ser evaluada, diagnosticada y fortalecida desde la infancia. La falta de mecanismos de evaluación global ha provocado una disparidad brutal entre países. Mientras algunas naciones como Canadá, Australia o Suecia ya cuentan con sistemas de monitoreo nacional del estado físico de los escolares, otros países, especialmente en América Latina, África y Asia, ni siquiera reportan datos confiables sobre el desarrollo físico de su población estudiantil.
Los resultados están a la vista: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80% de los adolescentes del mundo no cumplen con la recomendación mínima de 60 minutos diarios de activación física moderada a vigorosa. En paralelo, los niveles de obesidad infantil se han triplicado desde 1975, alcanzando en 2022 más de 390 millones de niños con sobrepeso u obesidad. La OMS también alerta que las enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares) ya representan más del 70% de las muertes globales, muchas de ellas prevenibles con hábitos de vida activos y saludables. ¿Cómo seguir ignorando esta emergencia silenciosa?
Relación con la Cultura Física y la Salud Pública. Contar con una evaluación global tipo PISA para la educación física permitiría mucho más que calificar a los estudiantes en pruebas motoras. Implicaría una transformación profunda de la cultura física a nivel mundial, al reconocerla como parte esencial de la educación integral. Una prueba estandarizada permitiría medir la alfabetización física, la coordinación, la fuerza relativa, la resistencia, la flexibilidad, pero también conocimientos sobre salud, nutrición, autocuidado, y comprensión del ejercicio como herramienta de bienestar físico, mental y social.
La cultura física no debe entenderse solo como deporte competitivo o actividad lúdica, sino como un derecho humano que construye ciudadanía, equidad y salud. Una evaluación estandarizada permitiría visibilizar las enormes desigualdades existentes entre regiones, géneros, contextos urbanos y rurales, revelando brechas de acceso, infraestructura, formación docente, e inversión pública. Tal como PISA lo ha hecho en otras áreas, una herramienta de esta naturaleza obligaría a los gobiernos a actuar.
¿Cómo sería un “PISA” para la Educación Física y Deportiva?
El desarrollo de una prueba estandarizada global en educación física y deportiva debería contemplar al menos tres dimensiones:
1. Condición física y salud: mediante baterías validadas internacionalmente como ALPHA-FIT, FITNESSGRAM o Eurofit, adaptadas a contextos regionales, se podrían evaluar fuerza muscular, resistencia cardiorrespiratoria, flexibilidad y composición corporal.
2. Alfabetización física: la evaluación del dominio de patrones motores fundamentales, coordinación, equilibrio, lateralidad, así como la comprensión del movimiento como lenguaje corporal, con pruebas específicas y observación estructurada.
3. Cultura y conocimiento corporal: incluir preguntas de opción múltiple o escenarios interactivos que exploren el conocimiento sobre ejercicio, nutrición, hábitos saludables, riesgos del sedentarismo, deporte y prevención de lesiones.
Dichos indicadores no deben entenderse como castigos o etiquetas, sino como herramientas diagnósticas que permitan orientar políticas públicas y pedagógicas. Los resultados podrían cruzarse con variables como género, edad, nivel socioeconómico, contexto geográfico, acceso a instalaciones o cantidad de horas semanales de clase de educación física y deportiva, generando mapas globales de riesgo y oportunidad.
Impactos Esperados. Una evaluación global tendría impactos transformadores:
- Política educativa: permitiría a los gobiernos justificar la inversión en infraestructura, formación docente y recursos para la enseñanza de la educación física y deportiva.
- Salud pública: generaría datos que permitirían prevenir enfermedades crónicas desde la niñez, reduciendo costos a largo plazo en los sistemas de salud.
- Equidad: visibilizaría a las poblaciones vulnerables y permitiría diseñar programas específicos de activación física.
- Conciencia social: elevaría el prestigio de la educación física y deportiva, alejándola del estigma de ser una “materia menor”, y posicionándola como un pilar de la formación ciudadana.
Resistencia y Retos. Por supuesto, habrá quienes argumenten que estandarizar la educación física y deportiva atenta contra la diversidad cultural o que es inviable logísticamente. Sin embargo, lo mismo se dijo en su momento de las pruebas internacionales en lectura o ciencias. La clave está en respetar las particularidades culturales sin renunciar a indicadores universales mínimos. Existen ya múltiples baterías físicas validadas internacionalmente; el reto está en consensuar una matriz común que permita comparabilidad y flexibilidad.
También será clave enfrentar el reto de la formación docente. Un sistema de evaluación global en educación física y deportiva obligaría a profesionalizar aún más a quienes imparten esta asignatura, asegurando que cuenten con herramientas científicas, pedagógicas y éticas para conducir procesos de evaluación y mejora continua.
Medir para Valorar, Valorar para Transformar. No puede haber una educación del siglo XXI sin cuerpos activos, conscientes y saludables. No se puede hablar de excelencia educativa mientras millones de estudiantes no saben correr, saltar, respirar adecuadamente o cuidar su cuerpo. No se puede hablar de desarrollo humano si la educación física y deportiva sigue siendo una asignatura sin diagnóstico, sin resultados, sin comparación y sin consecuencias.
Una evaluación global tipo PISA en educación física y deportiva no es un lujo, es una necesidad urgente. El siglo XXI no necesita solo mentes brillantes: necesita cuerpos que se muevan, se cuiden, se respeten y se valoren. Medir la alfabetización física es dar el primer paso hacia una humanidad más sana, justa y vital.
El momento de actuar es ahora. Lo que no se mide, no se mejora. Y el cuerpo, tanto como la mente, debe estar en el centro de cualquier transformación educativa seria. Solo así podremos aspirar a una ciudadanía física global, capaz de moverse con inteligencia, con propósito y con salud.
El juego que no cansa
Alfonso Geoffrey Recoder Renteral
Especialista en gestión, dirección y administración en el deporte, doctor Honoris Causa, posdoctorando en Derecho, doctor en Ciencias de la Educación, doctorante en Administración y Política Pública, maestro en Gestión de Entidades Deportivas, maestro en Administración, maestro en Ciencias de la Educación con especialización en Gestión de Estudios Superiores, maestrante en Ciencias del Deporte, maestrante en Metodología del Entrenamiento Deportivo, maestrante en Periodismo y Comunicación Deportiva, licenciado en Educación Física, licenciado en Derecho.