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Geoffrey Recoder
Cortesía

El juego que no cansa | ¿Dopaje Abierto?

2025-06-09 17:23:00

¿El Futuro del Deporte o su Réquiem? Pregunta que nos generan los Juegos Mejorados

El rugido de la multitud. La fibra al límite. El éxtasis de la victoria, o la amargura de la derrota. El deporte siempre nos ha seducido con la promesa del esfuerzo humano llevado a su máxima expresión. Pero, ¿qué pasa cuando esa expresión se "mejora" artificialmente? La conversación sobre el dopaje ha sido una constante sombra en el deporte, una batalla interminable entre la trampa y la integridad. Sin embargo, una propuesta reciente ha lanzado un guante que desafía todo lo que creíamos saber: los "Enhanced Games". Esta idea, que propone una competición donde el uso de sustancias para mejorar el rendimiento no solo está permitido, sino alentado, ha polarizado al mundo y nos obliga a preguntar: ¿Es este el camino que queremos para el deporte, o estamos a punto de firmar su sentencia?

El Espectáculo que Exige Más: ¿Adiós a las Escondidas?

Para los defensores de los "Enhanced Games", la propuesta es una bofetada a la hipocresía. Argumentan que el dopaje, a pesar de los millones invertidos en su detección, es una realidad ineludible en el deporte de élite. Detrás de cada récord mundial, de cada hazaña "imposible", planea la sospecha. ¿Por qué no, entonces, traerlo a la luz? Si el público demanda ver los límites del rendimiento humano, los "Enhanced Games" ofrecerían precisamente eso: atletas sin restricciones, llevando sus cuerpos a extremos inimaginables. Desde esta óptica, es una evolución natural del deporte espectáculo.

"Ya no más cazas de brujas, ni récords descalificados años después", claman sus proponentes. La idea es simple: crear una liga donde la honestidad brutal sea la norma. Se acabaría el gasto millonario en pruebas antidopaje, la paranoia, las apelaciones. El foco se desplazaría de la "pureza" a la simple y llana capacidad de superar al rival, sin importar los medios farmacológicos o los medios prohibidos. Para una audiencia ávida de récords y proezas cada vez más asombrosas, esto podría ser el nirvana. Además, algunos señalan el potencial de investigación médica que surgiría de un entorno controlado donde se monitorearían los efectos de diversas sustancias y métodos en el rendimiento y la recuperación. En esta visión, el deporte ya no sería un test de "genética pura", sino de ingeniería biológica, un fascinante —y quizás aterrador— laboratorio humano a gran escala.

La Línea Roja de la Salud y la Ética: Una Traición al Atleta

Sin embargo, para una vasta mayoría, la idea de los "Enhanced Games" no es una evolución, sino una abdicación ética. La principal y más contundente objeción radica en la salud y seguridad de los atletas. Permitir el dopaje abre la puerta a un uso descontrolado y peligroso de sustancias que, a largo plazo, tienen efectos devastadores en el cuerpo humano. Desde problemas cardiovasculares hasta daños hepáticos, renales, alteraciones hormonales y psicológicas, la lista de riesgos es alarmante. ¿Estaríamos dispuestos a sacrificar la vida o la calidad de vida de los deportistas en aras de un espectáculo más "extremo"?

La ética deportiva siempre ha puesto la salud y la integridad del atleta como un pilar fundamental. Los "Enhanced Games" destruirían este principio, convirtiendo a los deportistas en conejillos de indias en una carrera armamentística bioquímica. Se argumenta que esto no es deporte, sino una forma de explotación humana, donde la ambición por el oro podría llevar a decisiones irreversibles y mortales. No se trata solo de la trampa, sino de la responsabilidad moral de las organizaciones y la sociedad de proteger a sus atletas. ¿Qué mensaje enviaríamos a las nuevas generaciones si glorificamos un deporte donde el "éxito" está ligado a la química y no al esfuerzo natural y la disciplina? Es una pendiente resbaladiza que, para muchos, el deporte no debería atreverse a descender.

El Sacrilegio del Fair Play: Una Visión a la Geoffrey Recoder

Ahora, permítanme adentrarme en un territorio que me resulta particularmente sensible, el del fair play, el juego limpio, el juego justo. Y aquí, la propuesta de los "Enhanced Games" no solo chirría, sino que es un auténtico sacrilegio. Desde mi perspectiva, la esencia misma del deporte reside en la equidad de condiciones y la celebración del esfuerzo humano desinhibido de la artimaña. Un deporte donde se permite el dopaje no es un campo de juego, es un laboratorio donde el método prohibido, el más ingenioso farmacólogo, el que mejor "diseña" la química de su atleta, es el verdadero ganador.

El fair play no es una mera formalidad; es la piedra angular que sostiene la legitimidad de la competición. Implica que todos los participantes compiten bajo las mismas reglas, con las mismas oportunidades, y que la victoria se logra por mérito, por talento innato, por dedicación y por el límite natural del cuerpo y la mente. Los "Enhanced Games" aniquilan esta premisa. No solo eliminan la noción de juego limpio al validar la ventaja artificial, sino que también destruyen el juego justo. ¿Cómo puede ser justo un duelo donde un atleta está "mejorado" y otro no tanto? La competencia se vuelve una farsa, un mero escaparate de la farmacología y la genética "asistida", no del espíritu humano.

Lo que es aún más corrosivo es el mensaje que se envía: el esfuerzo natural no es suficiente. Que para ser el mejor, para alcanzar la cima, hay que buscar atajos químicos. Esto es una traición a la filosofía misma del entrenamiento, la superación personal y la resiliencia. ¿Qué valor tiene un récord si sabemos que no fue logrado solo por la capacidad innata del atleta, sino por la manipulación externa química? El asombro, la admiración genuina que sentimos por la proeza deportiva, se vería irremediablemente manchada por la constante pregunta: ¿hasta dónde llega el atleta y dónde comienza la droga?

Los "Enhanced Games" no son el futuro del deporte, sino su caricatura. Son la aceptación de una realidad oscura disfrazada de "honestidad", cuando en realidad lo que hacen es desmantelar la base moral que hace al deporte relevante y admirable. El fair play no es solo una norma; es una filosofía de vida, un compromiso con la integridad que el deporte, en su máxima expresión, debe siempre defender. Ceder a la tentación del dopaje abierto es, simplemente, rendirse al cinismo y al desprecio por la esencia misma de lo que significa competir.

 

 

 

 

 

El juego que no cansa

Alfonso Geoffrey Recoder Renteral

Especialista en gestión, dirección y administración en el deporte, doctor Honoris Causa, posdoctorando en Derecho, doctor en Ciencias de la Educación, doctorante en Administración y Política Pública, maestro en Gestión de Entidades Deportivas, maestro en Administración, maestro en Ciencias de la Educación con especialización en Gestión de Estudios Superiores, maestrante en Ciencias del Deporte, maestrante en Metodología del Entrenamiento Deportivo, maestrante en Periodismo y Comunicación Deportiva, licenciado en Educación Física, licenciado en Derecho.

 

 

 


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