2025-10-13 15:19:00
La selección de Colombia ubicó a la de México. Dicha ubicación es cada cuatro años, cada ciclo mundialista. Sin embargo, el futbol mexicano, todo el futbol mexicano: directivos, futbolistas, entrenadores, prensa y aficionados juegan a autoengañarse; a un engaño eterno, perenne, cíclico; hasta parece que el verdadero juego no es figurar en el futbol mundial, sino en ilusionarse para después desencantarse; parece que lo disfrutan, pues no hay soluciones que vayan en verdad en contra de eso, sino que repiten los mismos errores.
El problema actual es el mismo de siempre: directivos corruptos que sólo ven negocio y no les interesa lo deportivo; entrenadores mediocres como el actual; futbolistas que sólo compiten en la liga local y en Concacaf, pero que nada pueden hacer ante figuras mundiales; medios de comunicación que aprovechan la ilusión y el fracaso para llenar sus espacios y vender más; y una afición noble, con la inocencia de un niño, que recibe bofetadas, pero insiste en seguir con su selección. Es de admirar su fuerza para soportar tanto golpe, tanto desencanto, tanta ubicación.
No hay que preguntarse quién tiene que cargar con la bofetada cafetera del sábado anterior. No. Porque la respuesta es simple y está a la vista: desde 2014 hay una producción mediocre, tirando a mala, de futbolistas: no hay materia prima para tener un equipo decente; los jugadores mexicanos juegan en equipos de segunda o tercera categoría en Europa (Santiago Giménez en el Milán, sí, pero sin protagonismo) o en la MLS gringa donde la exigencia es nula; o en la liga mexicana sin competencia real.
¿El técnico? Bueno, todos sabíamos que Javier Aguirre sólo puede prometer conferencias chistosas con los medios de comunicación; un discurso barato de motivación; de vez en cuando un milagro futbolístico; pero nada más y con eso no se trasciende, claro que no. Los equipos de Javier Aguirre pueden ganar, empatar o perder, pero NUNCA jugar bien al futbol. Incluso su historia con el Tricolor lo condena y nadie reparó en eso: en el 2002 consiguió una de las derrotas más dolorosas en mundiales de futbol: 2-0 ante Estados Unidos, equipo de la Concacaf y sin meter las manos. En Sudáfrica 2010, Argentina también los ubicó en octavos de final. Con todo eso, lo volvieron a llamar. ¿Qué esperaban? ¿Qué era otro? No, es el mismo Javier Aguirre fanfarrón que a veces gana juegos, con equipos chicos a equipos chicos.
Pero ¿Para qué abundar? El futbol mexicano vive en un autoengaño permanente, es parte de su ADN, es algo intrínseco a él. Cuando recibió la invitación para participar en la I Copa del Mundo de Uruguay 1930, hace ya casi 100 años, los periódicos de la época decían que había sido por el buen sabor de boca que había dejado en Ámsterdam 1928 durante los Juegos Olímpicos, nada más falso y pervertido, México había sido humillado, ubicado, si se quiere, 7-1 por España. Desde entonces, los engaños no desaparecen. Cada cuatro años la misma historia.
Si se revisan los últimos 30 años, desde 1994, la selección mexicana siempre es sacudida por goleadas previas a su debut en la Copa del Mundo; luego da una buena primera fase que le alcanza para calificar, salvo Qatar 2022, claro está; luego…, luego simplemente ubican al futbol mexicano. Y así, una vez más, y otra más y otra más. Bueno, no hay que olvidar que no se pasó de la primera fase en el anterior mundial, entonces con calificar -aprovechando la debilidad de sus contendientes, por ser uno de los países anfitriones- estaremos por bien servidos.
Listos para volvernos a engañar otros cuatro años.